sábado, 25 de diciembre de 2010

… y que hago yo ahora para salir de este hoyo – Requisitos

Lo más importante no es lo que nos sucede, sino lo que hacemos al respecto.

Cada una de nuestras acciones e impulsos, dejan una impronta; cuando ésta se repite se convierte en una rutina, la rutina crea un canal y tanto la energía como otras cosas materiales empiezan a fluir y a canalizarse más y más, en esa dirección. Una vez que se ha establecido firmemente una rutina, es difícil cambiarla. Si queremos modificar nuestro comportamiento, hemos de hacer un gran esfuerzo para conseguirlo.
Cada vez que hacemos algo nos sentimos psicológica, emocional e incluso moralmente condicionados de un modo que hace posible el hecho de que nos comportemos de la misma manera la próxima vez.

¿Cómo podemos establecer los cambios necesarios en nuestras actitudes para lograr eliminar esos impulsos y lograr efectos positivos, tanto a nivel físico como mental y emocional, que nos lleven a un estado de equilibrio y felicidad?.
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Veamos cuáles son las primeras condiciones que debemos cumplir para iniciar nuestro proceso de sanación y de cambio:

voluntad: lo primero es tener voluntad de cambio; la voluntad pone en marcha el proceso de transformación de una forma activa y consciente y pasa por el reconocimiento de nuestra dolencia, de nuestros sufrimientos, odio, codicia, frustración, envidia, miedo al cambio…,

compromiso: es la renuncia a este estado, a este sufrimiento, la renuncia actuará como el combustible que nos impulsa una y otra vez para que la acción que hemos decidido tomar no cese hasta el final.

fe: desarrollar una confianza en que existe un modo de superar y eliminar para siempre este sufrimiento.
Si conseguimos que esta fe sea sólida, basada en la comprensión y no en una creencia ciega e inconsistente, conseguiremos un sentido a nuestra vida que nos aportará una fuerza de incalculable valor.

Discernimiento: Identificar la naturaleza de nuestros sufrimientos, distinguir qué cosas o acciones son “amigos” es decir nos aportan bienestar y felicidad que otras son “enemigos” nos dirigen una y otra vez al “hoyo” (sufrimiento).
Hasta ahora hemos permanecido dominados por una mente errónea, pero la comprensión de la naturaleza de nuestro sufrimiento, nos ayudará a tomar las riendas de nuestros pensamientos, palabras y acciones y por tanto de nuestra vida.

Lo que vemos, lo que pensamos y lo que sentimos, tiene que ver con nuestros apegos, percepciones e interpretaciones. Todo es una cuestión de perspectiva. Es así como construimos nuestra realidad.

Buda Shakyamuni dijo: Allá donde vayamos y allá donde estemos nos seguirá el resultado de nuestras acciones.

Helio Corbí

La Meditación Tradicional (atención sin elección)

Esta práctica la he extraido del libro: “El despertar del corazón budista, integrar el amor y la conexión en las relaciones personales” de Lama Surya Das. Es una práctica que os recomiendo encarecidamente, pues es una de las claves para dejar de ser reactivos y empezar a fluir más con los acontecimientos que nos suceden en nuestra vida, nos ayuda a ser plenamente conscientes, a ir viendo las cosas como son, de una manera más ecuánime, sin extremos, equilibrada. Además nos ayudará a conseguir niveles de conciencia y de percepción más elevados, esto es muy importante por ejemplo para la práctica de Reiki, sobre todo para el Reiki tradicional japonés, que como sabéis requiere de una sensibilidad y una conciencia intuitiva.
Practicad esta meditación cada día y os aseguro que notaréis los cambios y si no, ya me diréis…
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LA MEDITACIÓN TRADICIONAL (ATENCIÓN SIN ELECCIÓN)

La meditación nos prepara para retornar a la simplicidad, mediante el estar atentos a lo que es esencial y dejando ir lo que es superfluo. Es un instrumento de inconmensurable valor en nuestras vidas, complejas y afanosas, a la hora de aprender lo mucho que todos hemos de dejar ir. No estoy hablando solamente de las posesiones terrenas; hablo de actitudes, de comportamientos, de hábitos, de resentimientos sobre el pasado y también de sueños fantasiosos sobre el futuro. La meditación nos ayuda a liberarnos de nuestras reacciones impulsivas, y de las respuestas que damos tanto a las personas como a las sitúa iones. Nos prepara para liberarnos de nuestros apegos al pensamiento discursivo y a la identificación del ego, que nos hace percibir todo como si estuviera unido al “mi” o al “mío”. Podemos aplicar estas lecciones a todo cuanto hacemos.
Digamos que tu esposa/so te recibe esta noche quejándose de que no has cumplido con tu parte de las tareas domésticas. Tu reacción inmediata puede ser defensiva: quizá te sientas enojado y malentendido. Aquí es en donde resulta de ayuda la meditación. Los principios de la atención meditativa, debidamente aplicados, te proporcionan la herramienta para ser consciente del “enojo” sin que este actúe. Tú puedes tener el sentimiento, pero tal sentimiento no te obliga a que sueltes una coz de inmediato.
Puedes escoger simplemente el darte cuenta de ese enfado, sin tener que juzgar si es bueno o malo. Simplemente, es. Esto es lo que se conoce como “atención sin elección”. Esto quiere decir que tu te das cuenta de lo que está sucediendo si que tengas necesariamente que hacer un juicio o establecer preferencia. No tienes por qué reaccionar. Esto te concede tiempo para que puedas observar el cuadro en visión panorámica, te concede tiempo para recordar sus intenciones y propósitos más elevados; te da el espacio que necesitas para que puedas decidir y escoger cómo has de actuar. En esos pocos segundos, puedes tener un pensamiento completamente diferente y más compasivo, como por ejemplo: “mi esposa/so debe estar verdaderamente cansada/o”. Si respondes a tu esposa/so con empatía, con cuidado y con compasiva preocupación, en vez de enfado, estarás creando un energía mejor y más positiva y también una mejor relación.
La meditación nos ayuda a prolongar nuestro tiempo de reacción. De este modo disponemos de uno o dos segundos más antes de responder. Po ejemplo, esta mañana Francisco llegó a la oficina y comprobó que su jefa, Freya, estaba furiosa con él. Al parecer, el ordenador se había vuelto a estropear y la frustración de Freya se revolvió de forma irracional contra Francisco. Hace algunos años, Francisco se sentiría muy afectado por la falta de delicadeza del genio de Freya. En esta ocasión es posible que haya vuelto a sentirse machacado de nuevo y nada tendría de particular que cayese en un vórtice de sentimientos que lo llevaran a reaccionar de forma inmediata. Ahora, sin embargo después de varios años de practicar la meditación, no se siente impelido a reaccionar bruscamente. Tiene dominio sobre sus respuestas. Puede tomarse su tiempo para tomar una decisión consciente sobre lo que quiere decir y cómo, cuándo y dónde ha de decirlo. Frank se siente lo suficientemente consciente como para dominar la situación; sabe que no tiene por qué reaccionar. Tal vez deje que Freya grite, tal vez se largue, tal vez se limite a suspirar, a respirar profundamente y relajarse. Francisco dispone de distintas elecciones porque ha conseguido dominar sus reacciones. De este modo es capaz de dominarse a sí mismo.
Yo trato siempre de adoptar una visión más meditativa y consciente respecto de los comportamientos interpersonales. He aprendido que debo cuidarme de no pensar en ellos como si fueran algo que debe solucionarse rápidamente. No podemos tratar las relaciones con dictámenes tan estrictos como: “No diré ni una palabra, me morderé los labios”. Esta forma tan tajante no funciona muy bien. Es algo tan irreal como las resoluciones que se toman por Año Nuevo, y que en el fondo, están pidiendo que se las rompa e incumpla. Es mucho mejor tratar de cuidar sencillamente cierto tipo de atención interna que permita mantenernos en contacto y al día con nuestro yo interno y con nuestro estado de ser, momento a momento.
Obsérvate, simplemente. Permanece atento. Date cuenta de cómo reaccionas con los demás, procura tener una tener una atención sumamente cuidadosa con todas sus interacciones y procura darte cuenta de cuáles son los impulsos internos que están siendo activados. Advierte cómo nacen esas reacciones habituales, reflejas ya a menudo inconscientes, identifícalas y déjalas ir. Comprueba si al obrar así puedes establecer una visión más amplia y abierta con sus relaciones, comprueba si logras hacerte más inteligente, hábil e imparcial. El obrar así no quiere decir que tu ya no volverás a mostrarte enojado o resentido nunca más, quiere decir que puedes canalizar emociones tales como el resentimiento y la ira de forma más eficaz. Por ejemplo, está bien que al enfadarnos nos demos cuenta que hay ciertos pasos entre la ira que surge interiormente y la conversión de esa misma ira en agresión externa. Emociones como la ira son pura energía emocional. Podemos intervenir entre la experiencia de la ira y la manifestación de esta.

INSTRUCCIÓN:

Detén lo que estés haciendo; detén lo que estés pensando, ponte cómodo y relájate.
busca tu equilibrio. Si estás sentado con las piernas cruzadas sobre el suelo, coloca las piernas de manera que estén bien acomodadas. Si utilizas un cojín, ajústalo a tu gusto. Si estás sentado en una silla, apoya bien tus pies en el suelo. Si estás de pie, deja que tu cuerpo esté bien asentado.

- Mantén la columna derecha y tu cuerpo relajado
- Deja caer los hombros
- Afiánzate en el momento presente
Deja que tu energía fluya, también que tus pensamientos fluyan y respira, todo de forma natural
Recógete, ven al hogar del momento presente, llega al lugar al que has de llegar, siéntate en el momento presente
Inspira, expira
Cuando inspires, concéntrate en la inspiración. Cuenta uno
Cuando expires, concéntrate en la expiración. Cuenta dos
Cabalga en tu respiración, deslízate en tu respiración, deja que tu mente descanse en la tranquila, simple y regular ola de la respiración.

Pon atención a lo que estás sintiendo. Observa las sensaciones físicas que experimenta tu cuerpo. Observa las sensaciones de tus hombros, de los pensamientos que suben como burbujas hacia la superficie de tu mente. Obsérvalos ir. No trates de expulsarlos ni te dejes prender en ellos. Sigue respirando. Concéntrate en la inspiración. Concéntrate en la expiración y deja ir.
Concéntrate en el momento presente. Mantén tu atención en lo que vas percibiendo momento a momento: un ligero dolor en el hombro, el sonido de un avión que cruza el cielo, las voces apagadas de la televisión del vecino que te llegan a través de la pared, el siseo de un radiador. No suprimas tus percepciones, sentimientos o atención; observa simplemente lo que está sucediendo y deja que se vaya disolviendo a medida que surge un nuevo momento. Mantente despierto; permanece alerta; presta atención.
Inspira… expira. Concéntrate. Déjate ir con cada respiración; no la contengas. Deja ir los pensamientos; no los retengas… observa tus pensamientos; obsérvalos y déjalos ir. Si el ruido del avión rompe tu concentración, ponle una etiqueta imaginaria que diga “sonido” y déjalo ir. Si baja la temperatura de la habitación, etiqueta esa sensación “frio” y déjalo ir. Deja que se vayan las preocupaciones; no te agarres a ellas. Deja que se vaya cualquier intento de controlar la mente; no te agarres a él. Con cada expiración, déjate ir un poco más.
Esto es meditación.
Como meditadores, nos entrenamos en la conciencia meditativa. A esto le llamamos atención. Digamos, por ejemplo, que mientras estoy meditando siento un picor en el dedo gordo del pie. Soy consciente de lo que siento en este momento. Es suficiente con que seas consciente del picor del dedo. No tengo que hacer nada al respecto. Puedo dejarlo ir… Ser consciente de ello, y dejarlo ir. Este es el significado del dejar ir.
En nuestra práctica, primero aprenderemos a meditar en silencio, lo más tranquilamente posible en nuestra habitación, en la meditación silenciosa resulta relativamente fácil reconocer y ser conscientes de los pensamientos, emociones y condicionamientos que se introducen e interfieren en nuestra concentración. Y cuando hayamos dominado eso, ponemos en práctica esas lecciones en el mundo exterior.

VEAMOS AHORA ESTA PRÁCTICA DE ATENCIÓN EN CUATRO PASOS COMO FORMA DE MANEJAR TUS EMOCIONES:

DATE CUENTA DE LO QUE SIENTES
No rechaces ni ocultes lo que estas sintiendo. Date cuenta sencillamente de cada sentimiento que surge y llámalo por su nombre, como si le estuviéramos poniendo etiquetas: ira, orgullo, celos, codicia, lujuria, irritación o desagrado…

EN LUGAR DE RECHAZARLO, ACUNA EL SENTIMIENTO CON AMOR Y ATENCIÓN: ABRÁZALO CONSCIENTEMENTE
Reconoce el sentimiento por lo que es; simplemente, un sentimiento que está surgiendo. No te enojes contigo ni con el sentimiento, pero tampoco permitas que te domine y te arrastre.

UTILIZA LA ATENCIÓN DISCRIMINADORA PARA REFLEXIONAR SOBRE LO QUE ESTÁS SINTIENDO
Analiza y examina el sentimiento. ¿Has tenido una reacción impulsiva? ¿Está justificado tu sentimiento? (quizá sea una respuesta razonable).

COMPORTATE DE UN MODO INTENCIONAL Y SABIO
Decide sabiamente cómo has de reaccionar a lo que estás sintiendo en ese momento. Recuerda que no importa lo fuerte que pueda ser tu sentimiento presente, porque nada permanece igual. Ese sentimiento cambiará y otro tomará su lugar. Teniendo eso en mente, trata de ver con una perspectiva amplia; utiliza la inteligencia espiritual y la comprensión de la ley de causa y efecto para hacer la elección adecuada a la hora de actuar.
Cuando manejamos conscientemente nuestros sentimientos, nos volvemos emocionalmente más estables, seguros y dignos de confianza. A través de la fuerza de la introspección, nuestras respuestas se vuelven más equilibradas y se hallan más en línea con lo que está sucediendo.

Dicho esto, pienso que es importante que no nos presionemos demasiado. El alcanzar este nivel de conciencia conlleva todo un proceso. No hemos de ser demasiado impacientes ni idealistas a la hora de querer alcanzar un nivel de perfección y de mente equilibrada. Cuando nos vemos inmersos en situaciones muy comprometidas es difícil que no reaccionemos de forma impulsiva. Por ello, pienso que es una buena idea que nos veamos, tanto a nosotros como a los demás con compasión, paciencia, sensibilidad y delicadeza.

Helio Corbí
Textos: Lama Surya Das

Una taza de té, Una taza de iluminación

Meditación:

Respiro suavemente y tranquilizo mi mente.
Tomo un sorbo de té y sonrío.
Vivo el momento presente sabiendo que es un momento bello.

“Respiro suavemente y tranquilizo mi mente”
Recitar estas líneas es como tomar un vaso de limonada fría en un día caluroso de verano, puedes sentir como el frescor penetra tu cuerpo, cuando respiro y recito estas líneas siento inmediatamente que mi respiración tranquiliza mi miente y mi cuerpo.

“Tomo un sorbo de té y sonrío”
Una sonrisa puede relajar toda la musculatura facial, Lucir una sonrisa es la señal de que somos dueños de nosotros mismos.

“Vivo el momento presente…”
Estoy aquí sentado tomando una taza de té y no pienso en nada más, estoy sentado aquí y sé exactamente dónde estoy.

“…sabiendo que es un momento bello”
Es un placer estar sentado saboreando el té, recuperar la respiración, la sonrisa y nuestra auténtica naturaleza. Estamos citados con la vida en este momento.
Si no estamos alegres y en paz ahora mismo ¿cuándo vamos a estarlo? ¿mañana? ¿pasado mañana? ¿qué es lo que nos impide ser felices ahora mismo?

Respirando y tomando una taza de té, podemos decir simplemente:
Este tranquilo y sonriente momento presente es un momento hermoso.

Una taza de té
Una taza de iluminación

Si sabes como respirar y sonreír la felicidad está ahí, porque la felicidad siempre está a nuestro alcance en el presente. La felicidad se fundamenta en la concentración por tanto la condición básica para ser felices es concentrarse en ser felices. Si no somos conscientes de nuestra felicidad no somos realmente felices (si permanecemos conscientes, un no dolor de muelas puede ser una delicia).

Practicar la meditación es volver al presente para reunirse con las flores, el cielo azul y los niños. Podemos ser felices.

Basado en las enseñanzas de Thich Nhat Hanh

Silencio

Por más que tenga cosas que decir, que reclamar, que comentar… tiendo a callarlas si creo que harán más daño de lo que aportarán.
Y que calle no quiere decir que no me importe, que no piense, que me sea indiferente, que no extrañe; al contrario, conservo todos los recuerdos añejándose para cuando los tiempos malos se acerquen.
El silencio es otra forma de hablar, que es tan difícil entender.

Silencio

Shhhh! Haz silencio. Deja de hablar todo el tiempo. En esta época del año, si quieres colaborar con algo mínimo para mejorar la armonía de todo y de todos, busca el silencio.
En la oficina, todos apurados por terminar. En el supermercado, todos apurados por comprar, discutiendo, quejándose. En el shopping, gastando, charlando, buscando el regalo indicado. Ruido por todos lados. ¿Puedes hacer callar a toda esa gente? ¿Puedes silenciar todos esos sonidos? No. Lo único que puedes realmente hacer el callarte a ti mimo, silenciar tus ruidos.
El silencio no solo implica dejar de hablar. Cada movimiento que haces genera un ruido, intenta escuchar los ruidos que haces al moverte y luego quédate quieto silenciando el ruido de tu movimiento. Si te rascas la nariz, te mueves y generas ruido, deja que la nariz se rasque sola.
Si practicas tai chi o chi kung puedes realizar una postura estática. Las posturas estáticas, como abrazar el árbol o el árbol en el río, buscan la quietud absoluta del cuerpo en primer lugar, luego profundizan el silencio hacia el interior. Si meditas, ya sabes de lo que hablo.
Cuando te quedas quieto puedes escuchar tu mente. Lo que sucede en tu cabeza, tus pensamientos y percepciones generan tus movimientos. No sabes porque te mueves pero lo haces. Si dejas de moverte escucharás los pensamientos que generan tus movimientos. Observa esos pensamientos, resiste los impulsos, no reacciones, solo observa.
Verás que los pensamientos pasan. Si esperas unos segundos sin moverte, el pensamiento desaparece. Aparecerá otro, vuelve a esperar, se irá. Cada vez serán menos y menos.
Cuando silencias tu mente puedes escuchar lo que sucede dentro de tu cuerpo. Escucha tu respiración, verás que hace ruido, a veces mucho ruido. Para silenciar la respiración debes llevarla al abdomen y dejarte llevar por ésta. No respires porque quieres respirar, tu cuerpo sabe respirar solo, confía en él. Deja que el cuerpo, no tu mente, guíe el proceso. Cuando necesites, inspira, cuando necesites, exhala. Si te apuras en respirar, haces ruido.
Todavía no te mueves, dejas pasar tus pensamientos y escuchas tu respiración. Siente tu corazón, los latidos y la sangre que sale del mismo, fluye hasta los confines de tu cuerpo, las yemas de los 20 dedos, y luego regresa. La sangre circula alterada todavía y hace ruido. Lleva tus emociones. Observa lo que sientes, las emociones también pasan. No busques justificaciones, no reacciones. Estás bien exactamente como estás, no hace falta más nada. No hace falta que te defiendas.
Por debajo de todo eso, está tu energía. ¿Circula? Escúchala. Si hay ruido, hay bloqueos. Silencia esas congestiones de energía en tu cuerpo soltándolas, deja que se vayan a la tierra, no las necesitas. No te apegues a ellas, confía en que el silencio es más bello que aquello a lo que te aferras.
Disfruta ahora el silencio.
Abre tus sentidos, percibe lo que sucede a tu alrededor. Todavía están todos corriendo en la oficina o gritando en el shopping. Alrededor tuyo todo sigue igual, pero tú estás el silencio, porque el silencio se encuentra dentro de uno mismo.
Felicidades!

La sabiduría del silencio

Habla simplemente cuando sea necesario. Piensa lo que vas a decir antes de abrir la boca. Sé breve y preciso ya que cada vez que dejas salir una palabra por la boca, dejas salir al mismo tiempo una parte de tu chi. De esta manera aprenderás a desarrollar el arte de hablar sin perder energía. Nunca hagas promesas que no puedas cumplir. No te quejes y no utilices en tu vocabulario palabras que proyecten imágenes negativas porque se producirá alrededor de ti todo lo que has fabricado con tus palabras cargadas de chi.

Si no tienes nada bueno, verdadero y útil, es mejor quedarse callado y no decir nada. Aprende a ser como un espejo, escucha y refleja la energía. El universo mismo es el mejor ejemplo de un espejo que la naturaleza nos ha dado porque el universo acepta sin condiciones nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras palabras, nuestras acciones y nos envía el reflejo de nuestra propia energía bajo la forma de las diferentes circunstancias que se presentan en nuestra vida.

Si te identificas con el éxito, tendrás éxito. Si te identificas con el fracaso, tendrás fracasos. Así podemos observar que las circunstancias que vivimos son simplemente manifestaciones externas del contenido de nuestra habladuría interna. Aprende a ser como el universo, escuchando y reflejando la energía sin emociones densas y sin prejuicios, siendo como un espejo sin emociones aprendemos a hablar de otra manera. Con el mental tranquilo y en silencio, sin darle oportunidad de imponerse con sus opiniones personales y evitando que tenga reacciones emocionales excesivas, simplemente permite que una comunicación sincera y fluida exista. No te dés mucha importancia, sé humilde pues cuanto más te muestras superior, inteligente y prepotente, más te vuelves prisionero de tu propia imagen y vives en un mundo de tensión e ilusiones.

Sé discreto, preserva tu vida íntima, de esta manera te liberas de la opinión de los otros y llevarás una vida tranquila volviéndote invisible, misterioso, indefinible e insondable como el Tao. No compitas con los demás, vuélvete como la tierra que nos nutre que nos da de lo que necesitamos. Ayuda a los otros a percibir sus cualidades, sus virtudes y a brillar. El espíritu competitivo hace que crezca el ego y crea conflictos inevitablemente. Ten confianza en ti mismo, preserva tu paz interna evitando entrar en la provocación y en las trampas de los otros.

No te comprometas fácilmente. Si actúas de manera precipitada sin tomar consciencia profundamente de la situación te vas a crear complicaciones. La gente no tiene confianza en aquellos que dicen sí muy fácilmente porque saben que ese famoso sí no es sólido y le falta valor. Toma un momento de silencio interno para considerar todo lo que se presenta y toma tu decisión después. Así desarrollarás la confianza en ti mismo y la sabiduría. Si realmente hay algo que no sabes o que no tienes la respuesta a la pregunta que te han hecho, acéptalo. El hecho de no saber es muy incómodo para el ego porque le gusta saber todo, siempre tener razón y siempre dar su opinión muy personal. En realidad el ego no sabe nada, simplemente hace ver que sabe.
Evita el hecho de juzgar y de criticar, el Tao es imparcial y sin juicios, no critica a la gente, tiene una compasión infinita y no conoce la dualidad. Cada vez que juzgas a alguien lo único que haces es expresar tu opinión muy personal, y es una pérdida de energía, es puro ruido. Juzgar es una manera de esconder sus propias debilidades. El sabio tolera todo y no dirá ni una palabra.

Recuerda que todo lo que te molesta de los otros es una proyección de todo lo que todavía no has resulto de ti mismo. Deja que cada quien resuelva sus propios problemas y concentra tu energía en tu propia vida. Ocúpate de ti mismo, no te defiendas. Cuando tratas de defenderte en realidad estás dándole demasiada importancia a las palabras de los otros y le das más fuerza a su agresión. Si aceptas el no defenderte estás mostrando que las opiniones de los demás no te afectan, que son simplemente opiniones y que no necesitas convencer a los otros para ser feliz. Tu silencio interno te vuelve impasible. Haz regularmente un ayuno de la palabra para volver a educar al ego que tiene la mala costumbre de hablar todo el tiempo. Practica el arte de no hablar. Toma un día a la semana para abstenerte de hablar. O por lo menos algunas horas en el día según lo permita tu organización personal. Este es un ejercicio excelente para conocer y aprender el universo del Tao ilimitado en lugar de tratar de explicar con las palabras qué es el Tao. Progresivamente desarrollarás el arte de hablar sin hablar y tu verdadera naturaleza interna reemplazará tu personalidad artificial, dejando aparecer la luz de tu corazón y el poder de la sabiduría del silencio. Gracias a esta fuerza atraerás hacia ti todo lo que necesitas para realizarte y liberarte completamente. Pero hay que tener cuidado de que el ego no se inmiscuya. El poder permanece cuando el ego se queda tranquilo y en silencio. Si tu ego se impone y abusa de este poder, el mismo poder se convertirá en un veneno, y todo tu ser se envenenará rápidamente.

Quédate en silencio, cultiva tu propio poder interno. Respeta la vida de los demás y de todo lo que existe en el mundo. No trates de forzar, manipular y controlar a los otros. Conviértete en tu propio maestro y deja a los demás ser lo que son, o lo que tienen la capacidad de ser. Dicho en otras palabras, vive siguiendo la vida sagrada del Tao.